jueves, 9 de julio de 2020

Mi excusa: soy escritor

"A veces pienso que la literatura es para mí sólo una coartada de la que me valgo para librarme del proceso de la vida. Lo que yo llamo mis sacrificios (no ser abogado, ni profesor de la universidad, ni político, ni agregado cultural) son tal vez fracasos simulados, imposibilidades. Mi excusa: soy escritor. Mi relativo éxito en este terreno excusa mis torpezas en los otros. Siempre he huido de toda prueba, de toda confrontación, de toda responsabilidad. Menos la de escribir. Diríase que llevo la vida a mi terreno, allí donde no puede darme ninguna sorpresa. Protegido del mundo, de la gente, solo frente a mi máquina de escribir, sin coerciones ni apremios, sin jueces, ni público, ni ovaciones, ni rechiflas, en la arena solitaria de mi página en blanco, procedo a la mise à mort de la vida".
JULIO RAMÓN RIBEYRO, La tentación del fracaso

domingo, 3 de mayo de 2020

Querida naná

Hace días que no sé nada de ti; si fuera japonesa no te podría preguntar qué te pasa para no invadir tu privacidad, eso dijo María Kodama en una entrevista que vi en YouTube.
La discreción es una virtud que practiqué poco pero nunca es tarde. Estaba mal  acostumbrada porque solías contestarme pronto; ahora me doy cuenta de lo generosa que has sido siempre conmigo.
Hoy leí en El País una entrevista muy interesante con Delphine de Vigan y, como tantas veces, me acordé de ti. La entrevista me reconcilia un poco con ella a pesar de que le tengo cierta prevención, no sé muy bien por qué; ya te dije una vez que me recordaba a esa mujer del PP cuyo nombre prefiero olvidar. Intenté ponerte el enlace en la palabra "entrevista" pero no sale. Será que no se puede leer si no estás suscripta.
Cielo, espero que estés bien.
Un beso enorme de
kitti

sábado, 25 de abril de 2020

Querida naná

Hola, cielo:
Cuando era pequeña tenía una obsesión que me hacía preguntar a mi hermana a todas horas: ¿Cuánto tiempo me falta para tener los mismos años que tú? O, ¿cuánto me falta para ser tan alta como tú?
Yo creía que el tiempo iba a pasar solo para mí, que llegaría el momento en que la alcanzaría porque ella no seguiría cumpliendo años y creciendo.
Quería ser mayor a toda costa sobre todo para dejar de meter la pata cuando venían las visitas porque, cuando se iban, lo primero que hacía mi hermana era contarle a mi madre todas las inconveniencias que yo había dicho, con lo fácil que hubiera sido informarme en lugar de humillarme, a mí que era toda oídos para ella.
En una ocasión subimos a casa de los vecinos del tercero. Había llegado un primo de los niños. Era tan alto como mi hermana pero con acento de Madrid. Me pareció tan sublime que me quedé muda. Como todo el mundo insistía en hacerme hablar sin conseguirlo mi hermana dijo: “Se habrá mordido la lengua”.
Yo quedé tan fascinada por aquel niño como Aschenbach con Tadzio en tiempos de epidemia como los que estamos pasando.
Que no tengo el coranavirus, tesoret, que me pasa como a mi sobrino una noche que estaba en su cama y dijo a gritos: “MAMÁ, ¡¡¡NO SÉ LEER!!” impotente ante su libro de cuentos.
naná, no leí “La Odisea”, ni “Muerte en Venecia” ni “Memorias de Adriano”, ¿cómo quieres que no me muerda la lengua si soy una analfabeta?
Es que cuando te escribo me digo: “Pobre naná, ahora la estoy obligando a contestarme”.
Y así.
Un beso enorme de
kitti