martes, 24 de diciembre de 2019

Querido wnefron, querida naná:

Con las prisas características de las fechas paso por mi isla preferida para que sepáis que me acuerdo de vosotros. Y como no se me ocurre nada mejor que este artículo aquí os lo dejo para que os arriesguéis y chupéis las gambas, con dos cojones y dos ovarios respectivamente.
Besos para los dos de vuestra
kitti

martes, 16 de julio de 2019

Por carta era muy guapo

No exagero si digo que yo debo mi vida al correo postal. Mis padres se conocieron por carta. Teófilo, un amigo de la mili, le enseñó a mi padre una foto de su novia acompañada de unas amigas a la sombra de un peral. A mi padre le gustó una de sus amigas y le escribió una carta. Él entonces no tenía ninguna experiencia con las mujeres, pero sí con la escritura porque había estudiado varios años en un seminario, donde siempre se ha cuidado mucho la caligrafía y la redacción.
 Puedo entender perfectamente la emoción de mi futura madre, una muchacha de pueblo, también sin experiencia, al recibir la carta de un desconocido. Mantuvieron una larga correspondencia antes de verse por primera vez. Como Estefanía y Campuzano, ambos debieron de proyectar su deseo sobre las cartas que leían. Cada uno de ellos -sobre todo mi padre, que dominaba el lenguaje mejor que mi madre- debió de cuidar su escritura como nos hemos esmerado todos los que hemos escrito cartas, creyendo que a través de nuestra sintaxis nos estábamos construyendo como personas -o como personajes- en la imaginación del otro. Lo que no sabía, ninguno de los dos, ni mi padre ni mi madre, es que el deseo es más poderoso que la escritura y que la imagen que cada uno iba revelando de sí mismo no la producían las palabras que escribía, sino la lectura que de ellas hacía el otro. Daba igual lo que escribiera mi padre; para mi madre aquel desconocido fue cobrando cuerpo y espesor a través de su propio deseo, de lo que mi madre quería o necesitaba que fuera aquel hombre. Por eso, la primera vez que lo vio, cuando confrontó la vida con la literatura se sintió estafada. Ella lo ha dicho siempre: mi padre, que por carta era muy guapo, en persona le pareció muy feo.
 Antonio Orejudo. Grandes éxitos. Tusquets Editores. Pág. 127-128.

lunes, 15 de julio de 2019

Cartas

Todas las mañanas, a eso de las nueve, esperaba con impaciencia, incapaz de concentrarme en otro asunto, la aparición de aquellos hombres decididos y serviciales, en pantalones cortos o en carricoche eléctrico. ¡Cómo amé al cartero que hacía el reparto en mi primer barrio y luego a todos los carteros de todos los barrios de todas las ciudades de todos los estados en los que viví!
 Para los nativos digitales debe resultar muy difícil comprender la ansiedad que producía esperar una carta y la emoción que sentía al recibirla, al rasgar el sobre con dedos temblorosos y sacar aquel papel que pocos días antes había estado en las manos del amigo, del amante o de la novia. ¡Qué emocionante era recibir un sobre abultado, abrirlo y desdoblar los folios surcados por una caligrafía apretada! En ocasiones las cartas llegaban con manchas de tinta o del café que tomaba quien las había escrito, transportando de ese modo no solo las palabras enunciadas, sino también el momento de la enunciación, como diría un semiólogo.
 Escribir una carta llevaba tiempo porque el género exigía cierta extensión. Al contrario de lo que sucede con el correo electrónico, cuyo requisito es la concisión, una carta breve era una manifestación de desapego y desinterés, y siempre producía decepción en quien las recibía. Las cartas debían ser largas, incluso prolijas y a ser posible íntimas.
Antonio Orejudo. Grandes éxitos. Tusquets Editores. Pág. 126-127.

martes, 28 de mayo de 2019

Futuro menguante

Querida naná:
 Mi historia con el Escritor es de antes del Diluvio: yo no había cumplido dieciocho, él iba para veinticinco; todavía no era Escritor pero ya hablaba de su biografía.
 La última vez que estuve con él tenía sentencia de muerte pero no me lo contó. En ese encuentro le dije que  tenía novia, que era escritora, como “no te preocupes, todo me va bien". Era verdad, sentía que no estaba sola.
 Te copio un párrafo de Millás porque lo explica mejor.
 JUEVES (CREO). ¿Por qué mentí a mi mujer cuando el martes me preguntó por qué no iba a la consulta? ¿Son esas imposturas insignificantes las que contribuyen al desdoblamiento del que somos víctimas? ¿Hay en la vida de cada uno de nosotros una mentira fundacional, una invención remota por la que, sin dejar de ser quienes éramos, nos convertiremos en quiénes no éramos?
 “La vida a ratos”, Alfaguara, pág. 95.
 Cielo, lo que sentía allá por el siglo pasado era esto:
 Por entonces, con el tiempo en mis manos y en nuestro patio trasero, esperaba al futuro. El futuro. Para mí, como para todos, las palabras mismas tenían un aroma de promesa.
Si las cosas no iban muy bien de momento

 sin duda nos deleitarían en el futuro.
 Gracias, tesoret: aunque nunca tuve una novia escritora te tengo a ti. ¿qué más puedo pedir?
 Un beso enorme de
 kitti

lunes, 21 de enero de 2019

La sensibilidad

Querida naná:
La última vez que escribí una entrada en este blog hablamos de Revolutionary Road. Recuerdo que tú leíste la novela poco después de ver la película. Yo hace poco que la leí. Acababa de leer Juventud, egolatría de mi querido cascarrabias, Pío Baroja, y recordé este párrafo suyo:
 Yo estoy convencido de que la vida no es buena ni mala, es como la Naturaleza: necesaria. La misma sociedad no es tampoco buena, ni mala. Es mala para el hombre que tiene una sensibilidad excesiva para su tiempo; es buena para el que encuentra su armonía con el ambiente.  
Un negro puede ir desnudo por una selva en donde cada gota de agua esta impregnada de millones de gérmenes palúdicos, en donde haya insectos cuya picadura levante abscesos y en donde la temperatura se eleve a más de cincuenta grados a la sombra.
 Un europeo, acostumbrado a la vida protegida de la ciudad, ante una naturaleza como la tropical, sin medios de defensa, moriría.
El hombre debe tener la sensibilidad que necesita para su época y para su ambiente; si tiene menos, vivirá como un menor de edad; si tiene la necesaria, vivirá como un hombre adulto; si tiene más, será un enfermo.
 Y me pregunto: ¿qué les pasará, según Don Pío, a la Karenina, a la Bovary, a la Ozores y a la Wheeler? ¿Tendrán menos sensibilidad o más de la necesaria? ¿Y tú y yo, naná? ¿Será que hemos leído demasiadas novelas?
 Cielo, es una pregunta retórica, solo quería saber si recordaba cómo funciona esta blog. Aquí estoy, a tu disposición.
 Mil besos de
 kitti