martes, 28 de mayo de 2019

Futuro menguante

Querida naná:
 Mi historia con el Escritor es de antes del Diluvio: yo no había cumplido dieciocho, él iba para veinticinco; todavía no era Escritor pero ya hablaba de su biografía.
 La última vez que estuve con él tenía sentencia de muerte pero no me lo contó. En ese encuentro le dije que  tenía novia, que era escritora, como “no te preocupes, todo me va bien". Era verdad, sentía que no estaba sola.
 Te copio un párrafo de Millás porque lo explica mejor.
 JUEVES (CREO). ¿Por qué mentí a mi mujer cuando el martes me preguntó por qué no iba a la consulta? ¿Son esas imposturas insignificantes las que contribuyen al desdoblamiento del que somos víctimas? ¿Hay en la vida de cada uno de nosotros una mentira fundacional, una invención remota por la que, sin dejar de ser quienes éramos, nos convertiremos en quiénes no éramos?
 “La vida a ratos”, Alfaguara, pág. 95.
 Cielo, lo que sentía allá por el siglo pasado era esto:
 Por entonces, con el tiempo en mis manos y en nuestro patio trasero, esperaba al futuro. El futuro. Para mí, como para todos, las palabras mismas tenían un aroma de promesa.
Si las cosas no iban muy bien de momento

 sin duda nos deleitarían en el futuro.
 Gracias, tesoret: aunque nunca tuve una novia escritora te tengo a ti. ¿qué más puedo pedir?
 Un beso enorme de
 kitti

14 comentarios:

  1. querida kitti:
    no sé si tengo mentiras fundacionales, pero tengo varias omisiones que cada día me hacen sentir más falsa que la falsa moneda...
    pero cuando has omitido cierta información durante años, es complicado darla sin más... en fin... que es complicado...
    yo empiezo a sentir ahora que ese futuro ya no está... ya no espera... que esto es lo que hay...
    y te tengo que dejar que me voy a hacer la comida...
    un abrazo

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  2. querida kitti:
    cómo estás? yo estoy bien, con migrañas por los cambios de tiempo, pero son de las soportables (al menos de momento).
    un abrazo!

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  3. querida kitti:
    espero que estés bien... yo sigo migraña (la misma que tenía el sábado pasado que se ve que me ha cogido cariño o que se ha vuelto resistente al enantyum... no sé...) pero es normal, con el calor que está haciendo... todos los años tengo varias migrañas de estas largas... como si el calor no fuera suficientemente molesto... en fin...
    aquí el lunes es festivo este año, así que voy a tener un fin de semana de persona normal (dos días y medio seguidos!! no veía yo algo así desde pascua!) y estoy hasta emocionada...
    aunque te digo que estoy emocionada, en realidad últimamente estoy un pelín tristona... insatisfecha... molesta... quisquillosa... te diría que es por la migraña, pero no es verdad... es algo más profundo... como de haberme equivocado hace tiempo y no poder solucionarlo ni sabiendo que me he equivocado...
    no me hagas caso... el calor me afecta... y eso que todavía no ha empezado... habrá que verme en agosto... aunque para el mes de agosto espero haberme acostumbrado ya, nunca se sabe...
    en fin... que espero que estés bien, cariñet!
    un abrazo y un montón de besos!!

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  4. Mi querida naná:
    Me alegro mucho de que esas pruebas que te pidió el médico estén bien y espero que hayas disfrutado el día de San Juan. Y, sobre todo, deseo que se te haya pasado esa sensación de haberte equivocado, ¿será culpa del sumial también?
    Yo estuve con un dolor lumbar horroroso. Mi médico, que parece el gran Lebowski, me recetó una inyección, una puñalada trasera: apenas podía caminar después de ponerla. Y unas pastillas, tres veces al día, que me produjeron un estado de nirvana absoluto, no solo porque ya no tenía dolor, era otra cosa. Mientras estaba tomándolas seguí con el libro de Millás y me pareció indescriptible.
    Después empecé “¿Quién te crees que eres?” de Alice Munro, maravilloso. Y me sentí invadida por Rose, por su existencia más fuerte que la mía. Entonces me acordé de lo que había leído en el libro de Millás:
    “¿Que si me identifico con el Cristo de Saramago? En cierto modo, sí. Yo me identifico con casi todo lo que leo. Leo para eso, para identificarme, porque tengo un déficit de identidad. Nunca le he hablado a mi psicoanalista de este déficit, que es también el que me obliga a escribir. Leo y escribo porque tengo más de tú que de yo. Soy un tú cualquiera, a veces un usted y, con suerte, un nosotros. Pero un yo, lo que se dice un yo como Dios manda, no lo he sido nunca. Me parece que esto explica muchas cosas”.
    Yo, te lo confieso, tengo un deficit de identidad, pero si eso le pasa también a Millás, ¿a quién le importa lo que yo diga, a quién le importa lo que yo haga, yo soy así, nunca cambiaré…?
    ¡Ay, naná pero, de repente, me sobreviene un estado de ánimo parecido al tuyo, esa sensación de haberme equivocado, más o menos…! Fui a la biblioteca y cogí sendos tratados sobre la ansiedad y la depresión, que me pusieron más ansiosa y más deprimida si cabe… hasta que me di cuenta de que solo tenía gana de seguir tomando esas pastillas para el dolor que mi médico me había mandado tomar solo ocho días, que ya habían pasado: opiáceos, naná, estaba con un síndrome de abstinencia; lo supe porque, al volver a tomarlas, me vine arriba de nuevo. Menos mal que, viendo recomendaciones de libros en una sección de El País, me encontré con el que está siendo mi salvación: Antonio Orejudo, alabado sea Dios:
    “Me miraba en sus ojos y volvía a ser joven.Una mirada suya era como una transfusión de sangre”.
    naná, las medicinas son así, hay que controlar. O leer a Antonio Orejudo y metérselo en vena, como estoy haciendo yo. Me preocupa pensar qué va a ser de mí cuando acabe de leer todos sus libros, de momento voy con el tercero; me queda la esperanza de que siga publicando, como soy lenta leyendo…
    Mil besos, mi tesoret.
    Te quiere
    kitti

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  5. querida kitti:
    no descarto que la culpa de esa sensación sea del sumial, aunque en general el sumial lo que hace es que todo me dé un poquito más igual (tomándome sumial precisamente fue cuando vi king kong, y ni lloré ni na...).
    pero sigo con la misma sensación, aunque atenuada, por el hecho de que ahora mismo ando tan liada con el cierre del trimestre, que centro toda mi atención en eso, y ya me preocuparé del resto la semana que viene, cuando me ponga como me ponga, tendré que haber cerrado el trimestre...
    ay, pobreta, lo siento mucho... no hay nada que más odie que las inyecciones... de pequeña cuentan que una vez, para ponerme una, me tuvieron que sujetar entre cuatro o cinco (la historia cambia según quien la cuente) y que además, en el fragor de la lucha, perdí un pendiente...
    te pediría el nombre de las pastillas, pero no me parece muy coherente, pensándome como me estoy pensando, dejarme el sumial después de un año... y tú dirás: pues déjatelo!... pero no es tan fácil... por un lado porque cada vez que se me olvida tomarlo por la mañana, me doy cuenta del olvido por la extraña opresión el pecho que se me pone... y por otro, porque aún no he dejado de fumar del todo y me da vergüenza tener que admitirlo ante mi médico, que me dejó muy claro que tenía que dejarlo, y que lo de reducirlo era una tontería... en fin...
    el libro de la munro es una maravilla!! me alegra que te haya gustado!!
    los libros salvan, y eso te lo digo tan en serio que aunque suene absurdo te lo repito: los libros salvan...
    no siempre, lo sé... pero salvan, independientemente de lo buenos que sean, hay libros que simplemente por sacarte de tus cosas te salvan de una manera que otras cosas no te salvan...
    yo ya me habría pegado un tiro si no hubiera tantos libros que quiero leer... mira ahora quiero el nuevo del knausgard, más que nada por aquello de terminar lo empezado; y uno que he visto que acaban de sacar de la mary cholmondeley...
    y te dejo, que acaba de volver mi madre y me tengo que volver al despacho a seguir con el cierre del dichoso trimestre...
    un abrazo

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  6. Hola, cielo:
    En el libro que leí sobre la depresión se contaba el caso de una paciente a la que le remitieron los síntomas depresivos cuando se le descubrió una enfermedad grave a un familiar; así que lo que me cuentas sobre esa atenuación de la sensación de haberte equivocado tendrá que ver con lo del cierre del trimestre. Cuando yo tengo una tarea desagradable pendiente, si es agradable no la tengo pendiente nunca, mi estatura disminuye un par de centímetros, como si llevase encima todo el peso del mundo. Se me pasa cuando empiezo a quitármela de encima, haciéndola; y me digo: “No era para tanto”. Pero mientras no me la quito de encima no hay opiáceo que valga. Es el sistema que juega con el sentimiento de culpa para su beneficio. Yo es que no pegaría un palo al agua si no fuese por ese sentimiento de culpa.
    Después de leer “Ventajas de viajar en tren” leí “Los cinco y yo” y “Un momento de descanso”. Las tres de Antonio Orejudo, como te venía diciendo, fantásticas, con unos finales espectaculares. Se me ocurrió buscar la misma felicidad leyendo “Reconstrucción”: naná, fue peor que preparar el intestino para una colonoscopia; estuve de una mala leche mientras lo leí que no te puedes imaginar.
    Después intenté relativizar, buscar causas ajenas al escritor que tantas alegrías me había dado. Y me di cuenta de que en la última revisión el psiquiatra me puso una tarea, opcional; me dijo que probara a ir quitándome el lorazepam, medio durante un mes y retirada total una vez pasado el mes. Me estoy quitando, naná. Porque quiero llevar siempre las tareas hechas y dejar de ir: son cien euros cada vez, tesoret y, aunque le debo la vida, de verdad te lo digo, cada vez me da más apuro tener que ir; supongo que será porque estoy mejor. Además de que no me gustó nada el libro, tengo un apetito voraz, otra señal de que la ansiedad se me puso por las nubes. ¡Tengo un mono…!
    Ya me contarás qué tal te va con el Knausgard, yo me metí una sobredosis letal con los tres o cuatro primeros, no recuerdo. Y con el mal cuerpo que tengo de momento no osaré poner mis sucias manos sobre él. Voy a empezar “Grandes éxitos”, a ver si me vuelve a conquistar mi Antoñito. Es tan mono… (Pensar que todavía tengo que dejar otro medio lorazepam me pone los nervios de punta pero, cielo, desde que reduje la dosis todos los días recuerdo lo que he soñado y me da tanto gusto… esa abolición del tiempo y del espacio, eso de que todo sea posible… ¡naná tengo tanta hambre! Es que todavía estoy tomando 15 miligramos de mirtazapina, llegué a tomar 30, y te abre el apetito como si te hubieras fumado quince porros. Pero dice mi psiquiatra que si lo dejo podría tener que tomar dos de lorazepam. Y yo no quiero porque me encanta recordar los sueños. Esta verborragia también es producida por la privación: perdona por el descontrol, es que no puedo paraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrr.
    Mil besos, amor, de
    kitti

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  7. PD: Si el médico te dice que no dejes el sumial no pienses en hacerlo por tu cuenta. Ya ves lo que le pasó a DFW. Si había escrito aquella inmensidad con el tratamiento, ¿por qué pensar en dejarlo?
    Por cierto, un amigo, el mismo que me regaló el “Ulises” de Joyce, me regaló “La escoba del sistema”. Yo recuerdo que hablaste de DFW, pero no sé si fue de esta o de “La broma infinita”. ¿Qué te pareció? Yo empecé con La escoba y la dejé porque me hacía un lío con tanto personaje. Creo que mi amigo me regala estos libros porque me quiere demostrar lo burra que soy, para que vea que no los entiendo. Es posible que en el pasado le haya levantado algún ligue y ahora me lo pague con esto.
    Más besos

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  8. querida kitti:
    tiene sentido lo que me dices del sentimiento de culpa y de los sintómas que remiten cuando algo más importante pasa a tu alrededor, pero yo creo en el fondo de mí misma que soy un pelín bipolar (ten en cuenta que me acabo de releer "la campana de cristal" de la plath), porque ahora mismo, con el trimestre cerrado, la sensación que tengo es de subidón... de despreocupación... de que soy la mejor porque he cerrado el trimestre y hasta el cierre del trimestre que viene ya no me tengo que preocupar mas (lo que no es verdad, pero es la sensación que tengo en este momento), lo que creo que demuestra mi posible bipolaridad... pero como estoy de subidón, pues hasta esa posibilidad se me antoja buena... ya ves...
    y te dejo, de momento, que ha vuelto mi madre y me tengo que volver a mi despacho, que ayer no me acerqué a mi mesa en todo el día y no veas la de papeles que se me han acumulado en tan poco tiempo... no quiero ni pensar en lo que puede pasar si al final me cojo algún día de vacaciones...
    que luego vuelvo y sigo contestádote, cariñet!
    mil besos!!

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  9. querida kitti:
    retomo la respuesta...
    es curioso, pero es que los libros nos afectan, a veces, más de lo que pensamos...
    yo me acuerdo de cuando me leí "la mujer rota" de la beauvoir... o de las pesadillas que tuve mientras me leía "el cuento de la criada" de la atwood... y te entiendo...
    claro que si te estabas quitando del lorazepan, también es normal que nada te viniera bien del todo...
    yo la última vez que me quité fue del trankimazin y eso de pasar de que las cosas no te importen mucho, a que te vuelvan a importar, no es muy placentero... pero al menos recuperas otras cosas (yo con el trankimazin me rayé un poco porque me daba la sensación de que perdía vocabulario... de que perdía palabras... me entiendes, verdad?)
    pues yo sigo con mi mono particular, porque sigo sin comprar libros (ya no sé si llevo tres semanas o cuatro, pero sé que llevo mucho tiempo sin comprar libros, y estoy empezando a pensar que a parte de hacer economías, algo malo me pasa si no siento la necesidad, o el impulso, de comprarme algún libro... aunque sea uno baratito...
    pero estoy tirando de los fondos que he ido acumulando durante el invierno... así que no es que lea menos, porque leer sigo leyendo lo mismo... es que me falta algo... la ilusión?... no sé, no me hagas caso, que estoy un pelín dramática hoy...
    así que del knausgard no te puedo decir nada, porque aún no lo he comprado... pero con eso que he leído por ahí de que habla de hitler (lo de mi lucha era una gran pista) la verdad es que me tira un pelín para atrás... pero como ya me he leído los anteriores, pues esa compulsividad de terminar las cosas, creo que podrá con mis susceptibilidades y me lo acabaré leyendo... pero como te decía, de momento, ni me lo he comprado...
    un abrazo.

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  10. pd. no te preocupes que hasta que el médico no me lo diga no me lo voy a dejar... hay que quitarse siempre con supervisión médica... igual que ponerse... siempre con receta... ya sabes...
    y no te hablé de ninguna de las dos... yo me leí uno ligerito sobre un crucero ("algo supuestamente divertido que jamás volveré a hacer"), y otro de ensayos (algo de las langostas)
    tengo en casa "la broma infinita", pero admito que me da un poco de miedito... es uno de los candidatos a libro del verano, junto con el knausgard y el de la dama murasaki y uno de dostoievski que compré hace un par de años... pero como sólo tengo catorce días de vacaciones (sí, cielo, sí, mi vida es tan triste que por no darme, no me dan ni quince días de vacaciones... en fin), creo que solo podrá haber un libro del verano... pero de aquí al mes de agosto, tengo tiempo para pensármelo...
    te dejo, que acaba de llegar mi sobrina!
    otro abrazo y un montón de besos!!

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  11. Tesoret:
    Eso de leer libros de poetas suicidas cuando todavía tienes que cerrar el trimestre es mortal de necesidad así que no vuelvas a hacerlo. ¿Eso de cerrar el trimestre se puede llevar al día o tienes que hacerlo todo junto?
    Del libro de S. Plath recuerdo la gran cagalera que pillaron las chicas en aquel entorno tan capitalino. Y recuerdo sus “Cartas a casa”: cuando estaba pasándolas canutas con los devaneos de Ted todo se le iba en decir cuánto le habían pagado por sus poemas, como dando a entender: “No te preocupes, mamá, que soy escritora pero me pagan”. ¡Ella sí que tenía un verdadero cierre del trimestre! Como ves, la contabilidad no propicia la salud mental. Tú no eres bipolar, ¡eres contable!
    Y tienes a tu madre demasiado cerca: yo no te escribo comentarios en tu blog en parte por eso, porque sale la dirección de mi blog y me asusta que tu madre venga a leerme porque no me veo nada guapa por carta (esto le entenderás mejor cuando tenga un rato para ponerte unas cosas que mi Toñito escribe en “Grandes éxitos”.)
    En cuanto a que los libros nos afectan, ya te conté que “Las sillitas rojas” fue para mí una auténtica salvación; más que ninguna medicina, me salvó la vida mirar para otro lado que no fuera para mis adentros porque, fuera de mi dolor, había niños a los que podía ayudar.
    Entiendo lo tuyo con el trakimazin, a mí me pasa eso con el lorazepam; ahora, al tomar una dosis mínima, hablo con más soltura aunque a veces me pregunto si en lugar de soltura será mala leche. Que la mala leche me da facilidad de palabra. ¡Y más conflictos!: más culpabilidad… en fin, más vivencias porque tomar medicación te hace estar menos vivos; pero no tomarla te puede llevar a meter la cabeza en el horno, como a Silvia. Y a su pobre hijo; ellos si que eran bipolares, cielo. Así que no dejes el sumial, por favor te lo pido. Dices que te hubieras pegado un tiro...¿tienes pistola, tesoro? ¡Mira que eres drama king!
    Lo dejo aquí, pero vuelvo.
    Un beso alocado de
    kitti

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  12. querida kitti:
    mi madre no me leía en libro de arena, crees que tú que sabría encontrar mi nuevo blog!?... te digo más: aunque se lo dejase aquí abierto, en el ordenador de la caja, tampoco me leería... que no es que no me quiera, es no le interesan estas cosas de las que escribo... y que no le gusta leer... qué le vamos a hacer?...
    tomo nota del consejo de no leer a poetas suicidas durante los cierres de trimestre...
    en respuesta a tu pregunta: yo más o menos lo llevo al día... voy sentando las facturas de proveedores y los gastos cada diez días como mucho... pero cuando llega el cierre de trimestre, siempre quedan algunas, sobretodo las de los proveedores que facturan a final de mes y que a veces tardan algunos días en enviar las facturas... durante esos tres meses yo voy sentando lo que tengo, pero cuando llega el cierre, a parte de sentar lo que tengo, reviso por si falta algo (que siempre falta... siempre hay algún albarán del que falta la factura, o incluso hay facturas cuyos albaranes están aún sin meter...), pero mientras no hay un cierre inminente, digamos que me da todo más igual... que si pretendo sentar facturas un día pero mi madre tiene que salir, pues le digo que salga, que no pasa nada... si esa tarde cuando me voy a poner a sentarlas mi padre decide que tengo que meter albaranes o cualquier otra cosa, pues no hay prisa, lo dejo para el día siguiente... pero cuando llega el cierre de trimestre, hay un plazo... y entonces, si mi madre quiere salir, le tengo que decir que no... o si mi padre pretende que haga otras cosas me tengo que poner seria e invocar el cierre para que me dejen trabajar... sí, lo sé... el problema no es el cierre del trimestre... pero no lo voy a poner por escrito...
    y luego está esa sensación de que voy a equivocarme, de que voy a meter la pata, declarar mas o menos impuestos de los que tocan, y que pasará algo por mi culpa que será complicado de arreglar... porque no soy contable! soy un pequeño fraude! yo estudié bellas artes y esto de la contabilidad no es lo mío (estoy convencida de que la mitad de mis migrañas me las producen los números en sí mismos!), y la inseguridad que tengo por haber ido aprendiendo yo sola de estas cosas...
    que luego si lo analizo, tampoco pasa nada si no siento una factura o dos... el iva que no me desgrave este trimestre, me lo puedo desgravar el trimestre que viene... que a malas muy a malas, si de verdad metiera la pata y pagaramos veinte euros menos de lo que deberíamos, nos pondrían una multa y ya está... pero todos los trimestres me pongo nerviosa... no lo puedo evitar...
    y te diré que no te conozco al natural, pero que por carta eres muy maja... seguiría yo escribiéndote después de tantos años si no?...
    no tengo pistola... además, soy mujer, ya sabes que las mujeres hasta para eso somos más discretas y aseadas y no dejaría yo semejante jaleo después para que alguien lo tuviera que recoger... me parecería una falta de empatía muy grave... y si algo soy, es empática... de hecho creo que eso es precisamente lo que me lleva salvando tantos años...
    desvarío... y acaba de volver mi madre, así que te dejo, cariñet, luego me paso por el post nuevo!
    besos!!

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  13. Querida naná:
    Yo ahora solo compro libros de autores españoles vivos; después de haberlos leído, claro, siempre que me hayan gustado . Como dice mi Toñito: “...porque yo no tengo nada de bibliófilo; soy más bien de préstamo”. Perdona que sea tan pesada con mi Toñito, es que hasta nos parecemos en la letra. Lo sé porque “Grandes éxitos” está dedicado al club de lectura de una de las bibliotecas donde lo cogí en préstamo. Tengo el carnet de las bibliotecas municipales, de la Diputación y de la Xunta. Y los traen todos, yo creo que andan a la competencia a ver quién tiene más fondos: la democracia tiene estas ventajas, entre otras. Pero con esto de que no se ponen de acuerdo para formar gobierno creo que vamos a tener que votar de nuevo. ¡Y en las campañas electorales se ponen tan coñazos…!
    Me encanta cómo habéis quedado vosotros, ¿por qué no hacen lo mismo los demás?
    Alucino cuando dices que a tu madre no le gusta leer. La mía tampoco leía mucho y me echaba unas broncas tremendas porque me pasaba el día leyendo las novelas rosas que me prestaba nuestra asistenta, decía que me iba a atrofiar de tanto leer. Y tenía razón, pero ahora ya no tiene remedio. Creo recordar que la que era buena lectora era tu abuela; la mía leía novelas de Agatha Christie. ¿Qué tal le va a la abuela con su hermana?
    Sobre ser o no ser bipolar: ahora, si está bien diagnosticado el problema, ya no pasaría lo que le pasó a S. Plath y a su hijo porque, además del litio, casi todos los medicamentos que hay para tratar la epilepsia están indicados para regular los cambios emocionales característicos.
    Al decirme eso de que me escribes después de tantos años me acuerdo de Patricia, ¿también le sigues escribiendo?
    Mañana vuelvo, dulce niña.
    Un beso de
    kitti

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  14. querida kitti:
    yo no voy a una biblioteca desde que acabé la universidad... me gusta tener los libros que me he leído... cosa que sé que debería cambiar... pero es algo primario... de cuando era pequeña... eso de que los libros "me pertenecieran" era lo más de lo más... el resto era todo compartido, pero los libros eran míos... igual viene de entonces...
    mi madre no es que no lea mucho, es que no lee... dejó de estudiar a los quince años para ponerse a currar y lleva currando desde entonces... pero a ella siempre le ha gustado que yo lea... fue mi mecenas hasta que empecé a poder pagarme los libros yo misma, y siempre que puede me regala algún libro que sabe que quiero... de hecho ella paga los libros del círculo de lectores...
    mi abuela leía (ya no lee) pero siempre dice que empezó a "leer bien" (la construcción es suya) cuando yo empecé a prestarle libros... ahora con la vista mal, se cansa mucho...
    con su hermana, el sábado estaba genial, estuvieron contándome historias de su padre, así que imagínate! muy entretenido...
    pues no, no le sigo escribiendo...
    y ahora me voy a leer tu nuevo post... a ver si me da tiempo...
    (es que aprovecho para leer y escribir cuando estoy en la caja... porque cuando llego a mi mesa tengo tanto que hacer que me sabe mal estar navegando por internet...)
    besos!!

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